Entrevista para Globalstylus.com por Carmen Pastor






Fotolateras: cocineras de imágenes singulares

Londres Picadilly
Fotolateras son Lola Barcia y Marinela Forcadell, un tándem enamorado de la fotografía estenopeica. Con ellas viajamos a los orígenes de la foto fija, un viaje para que el que sólo necesitan una caja metálica. “El mundo en una lata” es su nuevo proyecto expositivo y se puede ver en Lotelito (Valencia).
El primer contacto de Lola Barcia (Valencia, 1968) con la fotografía estenopeica fue hace 15 años, cuando conoció a un grupo de franceses que Iban divulgando la técnica por ciudades del Mediterráneo. Años después, Barcia conoció a Marinela Forcadell (Castellón, 1967), enamorada de la fotografía y coleccionista de cámaras, y consiguió contagiarle su pasión. “A la tercera vez que Lola me habló de enlatar fotos, le dije, ahora me lo demuestras. Recuerdo estar en el laboratorio y en el momento en que empezó a aparecer la imagen dije: yo me quiero dedicar a esto toda la vida, me pareció magia pura”, explica Forcadell.
A partir de entonces se convirtieron en dúo, se autodenominaron Fotolateras, y su pasión se convirtió en obsesión. También en un peculiar estilo de vida. Un auténtico anacronismo en plena era digital. Frente a la inmediatez de las nuevas tecnologías, su arte busca la reflexión, es una invitación a frenar, a observar y a ser capaces de disfrutar del paso del tiempo. Viven la fotografía como medio con el que construir un lenguaje propio, de una manera pausada. Porque, como explican, no capturan instantes, sino momentos.
marrakechSus cámaras no tienen ni lente, ni visor, ni disparador. Son simples latas de metal. Y la fabricación es de lo más sencillo. Una lata con tapa (para que sea estanca) pintada con spray negro en el interior y un microtaladro con una broca de 0,4mm para hacer el estenopo, el agujero por donde entrará la luz que formará la imagen sobre el papel fotosensible pegado en la pared contraria. Para los más atrevidos, las Fotolateras han hecho una serie de  animación con todos los pasos necesarios para conseguir enlatar fotos.
Barcia se ha especializado en encuadrar y Forcadell en el tiempo de exposición, que varía mucho en función de las condiciones de luz. Y la unión de sus cualidades, explican, no les lleva a hacer fotos, sino a cocinarlas: “la lata es como un horno y el papel es la tarta. Si lo pones poco tiempo saldrá cruda, la foto saldrá blanca, pero si te pasas le habrá dado tanto calor, habrá entrado tanta luz que saldrá negra, se habrá quemado”.
La técnica es completamente artesanal. De hecho, aseguran que no hay nada de retoque en sus imágenes: “en Photoshop sólo cambiamos el tamaño para poder ampliar, pero no limpiamos. De hecho, si te fijas, ves la pelusa que había en ese momento, sobre todo en ciudades o en la playa, se nota la suciedad del ambiente”.
Para simular ópticas distintas, utilizan latas de diferentes tamaños. La redonda consigue el efecto ojo de pez, la mediana de café Illy equivale a un 50 mm, la caja de galletas danesas es la imagen panorámica  y la pequeña de té hace el papel de gran angular.  Con esta última, por ejemplo, está hecho el autorretrato de las Fotolateras en la playa. “Todo el mundo dice, pero ¡qué piernas!, claro salen unas piernas como las de la Schiffer, porque imagínate es como si la foto la hubiera hecho un click de Famobil, estamos estupendas, delgadísimas”, bromea Barcia.
Autoretrato
Con los tres modelos de lata llenan una maleta y a viajar. En los aeropuertos las miran con curiosidad, pero nunca han tenido ningún problema porque, como dice Forcadell, “no dejan de ser cajas vacías”.  Una vez en destino, el primer objetivo es analizar el baño del hotel. Allí montan el laboratorio para revelar y, por tanto, necesitan que sea un cuarto completamente oscuro, pero no siempre se puede. En Lisboa, por ejemplo, “el baño de la habitación era espectacular, muy grande, comodísimo para trabajar, pero de repente vimos que tenía unos ventanales gigantes. Tuvimos que revelar dentro del armario, que afortunadamente también era muy grande”, cuenta Forcadell.
Una vez sobre el terreno pueden pasarse una mañana entera en una misma calle. “Igual hacemos 40 fotos en un día cuando actualmente 40 fotos las haces en un minuto”, explica Barcia. Porque como dice Forcadell la fotografía estonepeica te cambia la vida: “viajas más despacio, contemplas mucho más las cosas. Disfrutas del paso del tiempo, vives todo lo que pasa en ese minuto”. Y es que al utilizar tiempos de exposición tan largos, explica “consigues efectos maravillosos”.
Y Barcia pone un ejemplo, la foto de Picadilly Circus (Londres), una plaza que siempre está llena de turistas y que aparece completamente desierta: “la gente nos dice, ¿vaciáis las plazas? Es que si tu tiempo es de un minuto solo sale lo que ha permanecido quieto durante ese minuto y la gente va muy rápido. Lo mismo pasa en la puerta de Brandemburgo, solo se ve un fantasmilla, uno que se ha quedado más tiempo de lo habitual. Los turistas son digitales y se van enseguida”.
NYCbEn los últimos años han enlatado más de 40 ciudades. Les pregunto por cuál es su preferida y contestan a la vez:  “¡Nueva York!”. “Somos muy Nueva York, muy de hacer cosas sin que nadie te llame la atención, ni llamar la atención” explica Barcia. “Una día nos fuimos a tomar una cerveza y atamos las latas a unos árboles y nadie las tocó. En Nueva York puedes dejar a tu abuela en una farola y nadie se acerca, piensan que será una performance”.
En Londres también se vive una experiencia similar, pero hay países y países. En la plaza de Tiananmén (Pekín), recuerda Forcadell, “nos rodearon varios secretas y un policía de uniforme. Y eso impresiona, la verdad, pero en el fondo estás tranquila porque sabes que no estás haciendo nada malo, sólo son inofensivas latas”.
Cuando no viajan se enrolan en todo tipo de proyectos. Les encanta la parte pedagógica de la técnica estenopeica y hacen cursos siempre que tienen ocasión (en breve en la escuela Revelarte de Valencia). Además han difundido su pasión entre los adolescentes del Instituto Martí Sorolla y entre reclusas de la cárcel de Picasent. En este caso Fotolateras han sido, durante dos años, la parte lúdica del programa “Ser mujer” destinado a mujeres que han sufrido maltrato o podrían sufrirlo.
pekinEs un proyecto que les encanta, “hay gente que lleva allí ocho años y no tiene ni una foto, ni se han visto en un espejo de verdad porque los que tienen son de plástico”. Dicen que las fotolatas abren mucho la mente a las presas, pero también que  la mayoría se queda un poco defraudada con los resultados, explica Forcadell, “quieren verse a color porque se han maquillado, se han puesto sus mejores galas”. Por eso pidieron ir un día más y montar un buen set con focos y fondo blanco y les hicieron una sesión digital como si fuesen modelos.
Pero si hay un proyecto del que se sienten especialmente orgullosas es de haber participado en el documental “Universo Railowsky” y en el libro que se editó para celebrar los 25 años de la librería-galería valenciana. “Entrevistan a García-Alix, a Chema Madoz, a Alberto Schommer, a Bernard Piossu, a Pedro Hernández y a nosotras, es una bestialidad poder estar ahí”, recuerdan. Y ahora están de enhorabuena porque llega el 30 aniversario y han vuelto a contar con ellas.
Además, tienen varias exposiciones programadas, un proyecto con la Ciudad de las Artes y de las Ciencias del que dicen no poder revelar detalles todavía y otro que consiste en una serie de duelos con artistas: “nosotras les hacemos un retrato y a ellos les retamos a que hagan lo que quieran, lo que les inspiremos”.


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